Pintura

Alvarez, Horacio

Córdoba
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Nacido en Villa del Rosario provincia de Córdoba en 1912, y fallecido en la ciudad de Córdoba en 1999. A los diez años de edad se trasladó a la ciudad de Córdoba con su familia. Estudió durante tres años en la Academia Provincial de Bellas Artes Figueroa Alcorta, siendo sus maestros Carlos Camilloni, Francisco Vidal y Antonio Pedone. Es considerado como parte de la Generación del 1940, junto a Ernesto Farina, Alejandro Bonome, Manuel Reyna, Egidio Cerrito, José Carrega Núñez y Roberto Viola. Ejerció la docencia en la Escuela Provincial de Cerámica Fernando Arranz, siendo Director de la misma en los años 1956 a 1985, además fue docente en la Academia Provincial de Bellas Artes Figueroa Alcorta y Jefe de Taller en la Escuela de Artes de la Universidad Nacional de Córdoba. En las décadas de los años 1930 y 1943, además de su actividad artística fue caricaturista del Diario Los Principios. Realizó muestras individuales en los años 1944, 1949, 1950, 1951 y 1960. Figuró en muestras grupales y en salones en Córdoba, Santa Fe y Buenos Aires. Participó en el Salón Nacional en los años 1943, 1949 y 1950. Fue miembro de una generación de artistas para la cual Córdoba y su paisaje, en especial las barrancas, eran fuente de inspiración y signo de identidad. Así como José Malanca consagra a través de su pintura impresionista a las sierras de Córdoba y a su cielo, y Roberto Viola y Ernesto Farina imponen con su sello italianizante una suerte de relato metafísico que se desarrolló en las barrancas y en los barrios que rodean al centro de la ciudad. En la década de los años 1940 la pintura ya demuestra signos vivos de una identidad regional. Ese es el punto de arranque de Alvarez. Una pintura serena, con grandes espacios tratados con una paleta por lo general baja y personajes resueltos con una gran síntesis formal y una ágil pincelada. Pero en cierto momento de su carrera, el pintor decide renunciar al color y renuncia al camino ya allanado por los artistas que lo precedieron. Vuelve su mirada entonces al mundo de los desvalidos, los desamparados y elige retratarlos con medios mínimos. El lápiz, la tinta y el carbón serán las herramientas que lo acompañarán en todo su obra. Momento de su obra donde puede rastrearse la influencia de la artista alemana Käthe Kollwitz, escultora, grabadora y dibujante que hizo del dolor de los desposeídos el tema de su obra. En las antípodas ideológicas de Käthe Kollwitz pero con la misma pasión y entrega, los trabajos gráficos de Georges Rouault en donde los payasos y las prostitutas fueron los modelos que este artista francés, devoto cristiano, tomó para representar un mundo de injusticia y dolor. Más aquí y con igual intensidad expresiva Horacio Alvarez dibujó un mundo con los medios más humildes a los que un artista puede echarles mano. Museo Municipal de Bellas Artes Genaro Pérez. Diccionario de Artistas Plásticos de Córdoba siglos XX y XXI, Universidad Nacional de Córdoba, 2010.