Pintura

Rossi, Roberto Armando Fidel

Buenos Aires
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Nació en Avellaneda el 4 de enero de 1896 y falleció en Buenos Aires el 28 de mayo de 1957. Profesor egresado de la Escuela Superior de Bellas Artes Ernesto de la Carcova. Ejerció la docencia en el Colegio Nacional Domingo Faustino Sarmiento, Escuela Nacional de Bellas Artes Manuel Belgrano, Escuela Nacional de Bellas Artes Prilidiano Pueyrredón, Escuela Superior de Bellas Artes Ernesto de la Carcova y en el Instituto Bernasconi. Fue Asesor del Museo Nacional de Bellas Artes. A partir de 1929 concurrió al Salón Nacional, salones de Santa Fe, Rosario, Córdoba, Tandil, Mar del Plata, Bahía Blanca, Pergamino, Bienal de Venecia, Sociedad Nacional de Bellas Artes de Chile, Bienal Hispano Americana de la Habana, 50 Pintores Argentinos en el Museo de Arte Moderno de Buenos Aires, 150 años de Pintura Argentina, en la Embajada Argentina en Washington, Cuarta Bienal de San Paulo, Premio Palanza y a otras muestras colectivas. Obtuvo Tercer Premio en 1936 y Gran Premio de Honor en 1952 en el Salón de Rosario. Segundo Premio en 1940 y Primer Premio en 1957 en el Salón de Mar del Plata. Premio Eduardo Sivori en 1946, Premio Bolsa de Comercio en 1936 y Primer Premio en 1953 en el Salón Nacional. Premio Adquisición en el Salón de Bahía Blanca de 1947. Primer Premio en el Salón de Posadas en 1948. Segundo Premio en el Salón de Tandil en 1948. Segundo Premio en la Bienal de La Habana en 1954. Premio Manuel Rodríguez Galisteo en el Salón de Santa Fe en 1955. Sus primeras obras, vinculadas con intenciones alegóricas, son convencionales, pero si se observa bien, las pinceladas rápidas de color sobre el vidrio de un botellón o el asa de una fuente de barro ya anuncian lo que vendrá. En los años 1930 su pintura se volvió más austera y la paleta restringida presentando mesas y cocinas cargadas con pedazos de pan y jarras de vino. Hacia los años 1940 comenzó a pintar floreros y aparecieron libros de poesía, objetos musicales y bustos. Pero lo que fundamentalmente cambia es su manera de pintar: las formas se vuelven difusas, los planos se rebaten más y más, el color se potencia, la pintura se adelgaza. Al punto de que Rossi parece lograr una descomposición de la materia. Mientras, comienza a nombrar a sus pinturas con títulos afectuosos, en diminutivo, porque de tanto repetirse, los objetos se vuelven viejos conocidos: la jarrita verde, la tacita violeta, la soperita, botellas y copita. Son denominaciones cariñosas, casi aniñadas para pinturas muy concretas, pero sólo subrayan la familiaridad del pintor con sus modelos. Página Doce 14 de diciembre de 2008.